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Demasiado poca, demasiado tarde y demasiado basada en la biología

Así es la educación sexual en el mundo según el informe de la Federación Internacional de Planificación Familiar (IPPF) que advierte de la necesidad de que todas las personas jóvenes la reciban.

La FPFE se lo apropia y se une a la campaña que comienza hoy en todo el mundo por el derecho a la educación sexual integral y de calidad. En Madrid, varios grupos de jóvenes harán visibles sus llamamientos por los derechos sexuales y reproductivos en la plaza del Dos de Mayo y en el parque del templo de Debod, además de en la puerta del Centro Joven de Anticoncepción y Sexualidad, que ha sido pintada con un grafiti por el colectivo NSN997 como parte de esta campaña. Igualmente, los chicos y chicas del taller de grafiti de la Fundación ACIS acaban de plasmar su propuesta creativa en la entrada del Centre Jove d’Anticoncepció i Sexualitat de Barcelona.

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Educación sexual, la gran ausente

En el Estado español, la educación sexual es una materia recomendada por la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Sin embargo, no es obligatoria. La legislación sobre educación, por su parte, no hace ninguna referencia a la educación sexual en los contenidos curriculares, y tampoco se encuentra reflejada de forma explícita como parte de las áreas de conocimiento o de las competencias básicas a adquirir.

Como consecuencia,  la educación sexual sólo se imparte en la educación formal por parte de algunas/os profesores en las horas de tutoría, y su enfoque y contenido depende de ellos. Según el informe que varias organizaciones estatales e internacionales presentaron en la ONU con motivo del Examen Periódico Universal (EPU) sobre la situación de derechos humanos al que fue sometido nuestro país recientemente, este contenido adolece con frecuencia “de un enfoque heterosexual, que limita la sexualidad a la etapa reproductiva y orienta la información exclusivamente a la prevención de riesgos, especialmente los embarazos no deseados y las infecciones de transmisión sexual y el VIH”. No hay un presupuesto asignado para su desarrollo, y sólo algunas comunidades autónomas o ayuntamientos ponen en marcha programas o financian talleres en los centros educativos, que imparten normalmente organizaciones no gubernamentales con muy distintos enfoques. A esto se suma la mínima cantidad de centros especializados en la atención a la sexualidad de las personas jóvenes, aun cuando los organismos internacionales recomiendan un centro específico adaptado a las necesidades y características de los jóvenes por cada 100.000 habitantes menores de 29 años.

El informe «Todos tienen derecho al conocimiento: educación integral en sexualidad para toda la gente joven» hace un llamamiento para que los 1.800 millones de jóvenes entre 10 y 24 años tengan acceso a la educación sexual integral tanto dentro como fuera de los sistemas educativos formales, ya que ahora se excluye a las personas jóvenes más vulnerables, las que no están escolarizadas. Se insta a los gobiernos, las organizaciones sociales y los proveedores de salud a que garanticen que los formadores e instituciones educativas cuenten con la formación necesaria para educar de una manera positiva y sin enjuiciar, y se llama a las y los educadores y la sociedad civil a que trabajen con las comunidades y familias para apoyar el derecho a decidir de las personas jóvenes.